EDITORIAL BOLETÍN 15, DICIEMBRE DE 2010

Pasada la euforia producida por el exitoso rescate de los 33 mineros de la mina San José, nos encontramos nuevamente con el Chile real, a saber, el Chile neoliberal. Con desgracias que parecieran accidentales, pero no lo son.


Las culpas o responsabilidades son adjudicadas, recíprocamente, desde un lado hacia otro, desde un gobierno a otro.

Incluso, en un intento quizás desesperado por encontrar la causa de tanta inconformidad, crisis y desgracia, se ha personificado este cúmulo de aparente mala suerte en lo que comúnmente se conoce como una “yeta”.

Si abandonamos la especulación y la superstición, no podemos encontrar estas causas sino en el modelo económico que nos rige, instaurado por la dictadura pero mantenido sin discusión por los gobiernos posteriores, incluido por cierto el actual.

Si profundizamos un poco más, debemos reconocer que la responsabilidad radica en la sociedad en la cual convivimos, vale decir, en todos nosotros.

La dictadura llegó a sangre y fuego, pero los gobiernos posteriores no.


Los 81 presos de la cárcel de San Miguel, gente que delinquió pero que no estaba condenada a muerte, fueron víctimas del modelo. Es aquí donde se desmoronan los argumentos basados en la “puerta giratoria” y en quienes propugnan el concepto “tolerancia cero”, vale decir, se desmoronan los argumentos basados en la represión.

No se trata de defender lo indefendible, los delincuentes tendrán que estar en la cárcel, pero debemos abocarnos a solucionar el fondo del problema.

Chile ocupa el tercer lugar en Sudamérica en densidad de presos, con 305 de reclusos por cada 100 mil habitantes, después de Guayana Francesa y Surinam, y el número 33 en el mundo. Construyendo más cárceles y aumentando la represión no se resuelven de manera real los problemas que aquejan a nuestra sociedad.

La represión al Pueblo Mapuche y Rapa Nui es algo que nos debe invadir de vergüenza. No la hacemos nosotros, pero la hacen quienes fueron por nosotros puestos en el gobierno.

Otra expresión del Chile neoliberal son los empleados públicos luchando en la calle por sus justas reivindicaciones. Lo hacen también funcionarios municipales y los trabajadores del Ferrocarril Metropolitano de Santiago, quienes el recién pasado 5 de diciembre paralizaron completamente sus servicios por primera vez desde su inauguración en el año 1975.

Lo mencionado hasta aquí está pasando o ya pasó.


Lo que viene nos concierne a todos, pues afecta la Educación Pública. El proyecto Lavín sobre reforma a la educación ya ha sido formulado. Este proyecto tiene una componente claramente elitista y privatizadora de la educación, funcional al modelo económico imperante, pero por sobre todo apunta a cercenar los derechos de los principales trabajadores de la educación, a saber, los profesores.

Vemos como muchos liceos municipales comienzan a cerrar sus puertas por falta de recursos, sin que el Estado asuma la responsabilidad de protección de la educación, principalmente, para los más desposeídos.

La conclusión es clara y consistente con el fortalecer la tendencia a que sólo exista educación privada. Las fuerzas sociales constituidas por estudiantes, apoderados, profesores, académicos de la educación superior y funcionarios, podremos parar estas nefastas intenciones en la medida que tengamos la disposición y la organización para hacerlo.


¿Hasta cuándo se podrá sostener este modelo económico causante de tanta insatisfacción en la población?, es una cuestión no fácil de responder.

Los partidos de la Concertación por la Democracia han estado planteando la necesidad de ampliar este bloque opositor con el propósito de derrotar a la Derecha en las elecciones venideras.

Por otra parte, el XXIV Congreso del Partido Comunista de Chile, culminado el recién pasado domingo 12 de diciembre en un acto multitudinario en el Teatro Caupolicán, estableció en su resolución principal, la necesidad de una convergencia entre todos los partidos de oposición para la conquista de un gobierno de nuevo tipo, el cual no sólo tendrá la misión de desplazar a la Derecha, sino que también deberá superar las características neoliberales que estuvieron presentes en los pasados gobiernos de la Concertación.

Por cierto que éste no será un gobierno socialista, pero tampoco podrá ser una réplica de los gobiernos posteriores a la dictadura. El mencionado acto de culminación de este congreso partidario, contó con la presencia de destacados dirigentes de la Concertación, razón por la cual las expectativas de una convergencia opositora al actual gobierno de derecha son grandes. Sólo queda esperar que esta convergencia también se reproduzca de manera transversal en las organizaciones sociales, para que después de tantos años este nefasto modelo económico neoliberal, al menos en nuestro país, tenga que batirse en retirada.

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